Prólogo
El olor a podrido inunda el lugar.
Puedo sentir el frío de la noche abrazándome, sensación que se encrudece gracias a la humedad de mi ropa.
El amplio portón de la casa resuena con los golpes que recibe una y otra vez.
A dentro de la casa, todos permanecen callados e intentan ignorar que estoy aquí. Uno camina de un lado a otro buscando algo y nada a la vez, desesperado por encontrar algo con que calmar su inquietud. Alguien llora, tal vez de tristeza, tal vez de miedo o desesperación, es una de las mujeres, pero seguro la principal razón de sus lágrimas es el no poder soportar el hecho de sentirse atrapada.
Me arde el brazo, siento mucha comezón en cada una de las heridas. Las piernas... ya las siento entumidas, me pesan. Los ojos los tengo secos. Tengo sed.
Mantenerme amarrado creo que fue una gran decisión, solo me hubiese gustado un poco más de comodidad. Pero supongo que a estas alturas no se puede ser exigente.
Los golpes resuenan una vez más, todos tiemblan por el miedo que ese sonido les causa. ¿Cuánto tiempo resistirá el portón?
Ella se acerca a mí, ofreciéndome un poco de agua. Sí, sí quiero, tengo la boca muy seca, si me hace falta, sobre todo si ella me lo ofrece. Pero el otro tipo le estorba, no quiere que me ayude. ¡Maldito!. Piensa que el que yo ya este condenado es razón para que me desprecien. Es un idiota, siempre lo ha sido.
Mi vista comienza a nublarse. Estoy muy cansado ya, las fuerzas me abandonan rápidamente. Mi cabeza está a punto de estallar y mi corazón late tan rápido, tan fuerte que pareciera que está intentando escapar de mi cuerpo.
¿Por qué lo hiciste?
Me pregunta una voz en mi cabeza. No lo sé, me contesto. Dios, ya comienzo a alucinar.
No debiste haberla salvado, no lo merecía, ella siempre te desprecio. ¿Por qué sacrificarse así por ella? ¿Por qué mandar al carajo tu vida así? Si no te hubieses arriesgado tontamente de esa forma seguirías bien, sin sufrir todo el dolor que ahora estas sintiendo.
Porque ella lo vale, así de simple. Es lista y es fuerte. Podrá hacer más provecho por este grupo del que yo haría. Más que este asmático bueno para nada.
¿Piensas que has hecho lo correcto? ¡Cambiar tu vida por la suya no es sensato!
Si, si lo es. Su vida por la mía es un gran trato. Puedo afirmar que es la mejor decisión de mi patética vida. La de todos ellos. Seis por uno. ¿Quién gana?
¡Eres un idiota!... Eres… pica… mmm... comer… pica…
Estoy perdiendo el sentido, ya ni mis pensamientos tienen coherencia.
Tengo hambre…
Retumba nuevamente con fuerza los golpes en el portón de la casa, aumentando la desesperación de mis compañeros y la mía. Son los golpes de quienes en algún momento fueron personas, tal vez se encuentre entre ellos alguien que alguna vez conocí, y que después de esta noche, nunca lo serán. Ese es mi destino.
Ellos hablan en voz baja entre ellos. Voltean en mi dirección ocasionalmente y de inmediato apartan la mirada. Hablan de mí, planean que hacer conmigo.
Uno de ellos sostiene un arma. ¿De dónde la habrá sacado? Han tomado una decisión. Supongo que es la mejor. Evitar que me convierta. Pero ninguno de ellos quiere hacerlo, ninguno quiere jalar el gatillo.
Ella toma el arma. Ha decidido ser ella la que termine con mi miseria.
Que irónico. Pero si ya me rompió el corazón una vez. ¿Qué más da si es ella la que termine con mi vida? No sé si llorar o reír.
Siento sus labios en mi frente. Me ha dado un beso, un beso de despedida, como dice una de mis canciones favoritas y me dice “gracias”. Cada uno de ellos me agradece. Menos el idiota ese, como si me fuera a morir por eso.
Interesante. Siento gran alegría, en este momento tan penoso, esa palabra me calma. “Gracias”, creo que toda mi vida busque esa palabra. Al final, siento que logre hacer algo…bien.
“Te amo”. ¿Dijo te amo? ¿Esas son sus últimas palabras para mí?
Siento una lagrima brotar de mi ojo derecho.
Cierro los ojos, con esas dos palabras resonando en mi cabeza y su rostro grabado en mi mente.
Escucho el estallido y… y... no siento nada más…
El olor a podrido inunda el lugar.
Puedo sentir el frío de la noche abrazándome, sensación que se encrudece gracias a la humedad de mi ropa.
El amplio portón de la casa resuena con los golpes que recibe una y otra vez.
A dentro de la casa, todos permanecen callados e intentan ignorar que estoy aquí. Uno camina de un lado a otro buscando algo y nada a la vez, desesperado por encontrar algo con que calmar su inquietud. Alguien llora, tal vez de tristeza, tal vez de miedo o desesperación, es una de las mujeres, pero seguro la principal razón de sus lágrimas es el no poder soportar el hecho de sentirse atrapada.
Me arde el brazo, siento mucha comezón en cada una de las heridas. Las piernas... ya las siento entumidas, me pesan. Los ojos los tengo secos. Tengo sed.
Mantenerme amarrado creo que fue una gran decisión, solo me hubiese gustado un poco más de comodidad. Pero supongo que a estas alturas no se puede ser exigente.
Los golpes resuenan una vez más, todos tiemblan por el miedo que ese sonido les causa. ¿Cuánto tiempo resistirá el portón?
Ella se acerca a mí, ofreciéndome un poco de agua. Sí, sí quiero, tengo la boca muy seca, si me hace falta, sobre todo si ella me lo ofrece. Pero el otro tipo le estorba, no quiere que me ayude. ¡Maldito!. Piensa que el que yo ya este condenado es razón para que me desprecien. Es un idiota, siempre lo ha sido.
Mi vista comienza a nublarse. Estoy muy cansado ya, las fuerzas me abandonan rápidamente. Mi cabeza está a punto de estallar y mi corazón late tan rápido, tan fuerte que pareciera que está intentando escapar de mi cuerpo.
¿Por qué lo hiciste?
Me pregunta una voz en mi cabeza. No lo sé, me contesto. Dios, ya comienzo a alucinar.
No debiste haberla salvado, no lo merecía, ella siempre te desprecio. ¿Por qué sacrificarse así por ella? ¿Por qué mandar al carajo tu vida así? Si no te hubieses arriesgado tontamente de esa forma seguirías bien, sin sufrir todo el dolor que ahora estas sintiendo.
Porque ella lo vale, así de simple. Es lista y es fuerte. Podrá hacer más provecho por este grupo del que yo haría. Más que este asmático bueno para nada.
¿Piensas que has hecho lo correcto? ¡Cambiar tu vida por la suya no es sensato!
Si, si lo es. Su vida por la mía es un gran trato. Puedo afirmar que es la mejor decisión de mi patética vida. La de todos ellos. Seis por uno. ¿Quién gana?
¡Eres un idiota!... Eres… pica… mmm... comer… pica…
Estoy perdiendo el sentido, ya ni mis pensamientos tienen coherencia.
Tengo hambre…
Retumba nuevamente con fuerza los golpes en el portón de la casa, aumentando la desesperación de mis compañeros y la mía. Son los golpes de quienes en algún momento fueron personas, tal vez se encuentre entre ellos alguien que alguna vez conocí, y que después de esta noche, nunca lo serán. Ese es mi destino.
Ellos hablan en voz baja entre ellos. Voltean en mi dirección ocasionalmente y de inmediato apartan la mirada. Hablan de mí, planean que hacer conmigo.
Uno de ellos sostiene un arma. ¿De dónde la habrá sacado? Han tomado una decisión. Supongo que es la mejor. Evitar que me convierta. Pero ninguno de ellos quiere hacerlo, ninguno quiere jalar el gatillo.
Ella toma el arma. Ha decidido ser ella la que termine con mi miseria.
Que irónico. Pero si ya me rompió el corazón una vez. ¿Qué más da si es ella la que termine con mi vida? No sé si llorar o reír.
Siento sus labios en mi frente. Me ha dado un beso, un beso de despedida, como dice una de mis canciones favoritas y me dice “gracias”. Cada uno de ellos me agradece. Menos el idiota ese, como si me fuera a morir por eso.
Interesante. Siento gran alegría, en este momento tan penoso, esa palabra me calma. “Gracias”, creo que toda mi vida busque esa palabra. Al final, siento que logre hacer algo…bien.
“Te amo”. ¿Dijo te amo? ¿Esas son sus últimas palabras para mí?
Siento una lagrima brotar de mi ojo derecho.
Cierro los ojos, con esas dos palabras resonando en mi cabeza y su rostro grabado en mi mente.
Escucho el estallido y… y... no siento nada más…