Manuel corría con toda la fuerza que sus piernas tenían, pero ya estaba en su límite. Detrás de él se escuchaban los pasos de los tres tipos que lo seguían. El bosque estaba a unos pasos, quizá con ayuda de la obscuridad de la noche podría esconderse entre los árboles.
Solo unos metros más.
Pero no fue suficiente, no fue lo bastante rápido. Lo alcanzaron justo en el lindero del bosque.
-¿Te crees muy listo? - Escucho decir a uno de ellos mientras lo arrojaban al suelo. Ahora ellos aprovechan la obscuridad que proporcionaban los árboles.
-Ayudenme! - Gritó con toda la fuerza que su pecho pudo expresar. Pero nadie escuchó. Quiso gritar de nuevo pero un pie se clavó en su abdomen ahogandolo. Luego uno de ellos se divirtió dando patadas a las piernas. Asestando fuertes pisotones en las rodillas con la firme intención de destrozarlas.
Uno de ellos lo agarró del cabello levantando ligeramente su cabeza.
- Déjenme! Ya Sueltenme! - Suplicaba casi llorando. No sabia que les había hecho. Como los había insultado. Por qué querían matarlo.
-Espero que aprendieras tu lección - Le dijo el fulano que sostenía su cabeza. Se lo dijo casi al oído en un susurro.
Pero una lección sobre qué dem…
Sintió el frío del metal al atravesar su piel y tocar su corazón. La tibia humedad que empezó a empapar su playera. Los escucho reír y alguno de ellos le escupió. Después los escuchó alejarse corriendo.
Alguien los habrá visto. Alguien los habrá espantado. Alguien me ayudara. Pronto estaré bien… ayudenme…
Se quedó recostado en el suelo, con la cara viendo al cielo. Podía notar a través las ramas de los árboles los destellos de las estrellas.
Y se quedó ahí. Esperando que ese alguien se acercara a ayudarle. Sintiéndose a cada segundo mas y mas cansado. Los ojos se le cerraban. Estaba perdiendo la conciencia…
Voy a morir…
- Hey! Muchacho. Despierta. - La voz se escuchaba distante, con eco. Pero reconoció que se trataba de una mujer. Entonces comenzó a sentir las manos en su pecho que lo sacudían. Una intensa luz atravesaba sus párpados…
Entonces notó que ya no sentía la humedad en su pecho, ni el dolor, ni el cansancio.
Abrió los ojos de golpe y fue cegado por la luz de una lámpara sobre de él. Estaba tirado en el suelo. Trato de incorporarse pero estaba mareado, confundido. Llevo sus manos a su pecho buscando la herida, pero esta no estaba.
¿Se habrá tratado de un sueño?
Pero si hubiese sido un sueño, ¿por qué no estaba en su cama? o siquiera en su casa.
Se puso de pie al fin. Volteando a todos lados, tratando de identificar donde se encontraba. Una ventana que daba al exterior. A través de ella vio la catedral.
Estamos en el centro, y por el ángulo supongo que es una habitación del hotel alameda.
Era un cuarto pequeño, del tamaño de la sala-comedor de su departamento, con dos puertas en la pared quedando de frente a la ventana. Y al fondo una enorme bola negra.
-¿Dónde estamos? - Preguntó. Su voz sonó más histérica de lo que pretendía.
-Tranquilo - Contestó una voz. La voz de una señora que aparentaba unos cincuenta años. Se percató al fin de que todos lo miraban. - No puedo responder esa pregunta sinceramente. Apareciste aquí, al igual que todos nosotros.
-¿Cómo que simplemente apareci? - Comenzó a frotar sus manos contra la cara, si eso era un sueño, tenía que despertar porque no le estaba gustando nada.
-Si. Esa bola los trajo aquí - Agrego un muchacho, se le escuchaba alegre. - Todos aparecieron como si salieran de una impresora 3D.
-Solo se que mi marido y yo - Dijo la señora apuntando al señor que estaba junto a ella - Morimos.
-No puede ser así - Respondió el señor - Eso no puede ser posible.
-Estoy segura de que ese camión se impactó contra nuestro auto.
Y comenzaron a discutir entre ellos entre que sí y que no.
Pero en verdad hace unos instantes yo estaba muriendo.
Revisó su pecho nuevamente. La herida no estaba, pero si una rasgadura en su playera, la rasgadura que la navaja que atravesó su pecho hubiese hecho.
-Yo si creo que morimos - Intervino una joven - Dejen me presento. Mi nombre es Carolina, tengo diecisiete años y… yo corte mis venas.
-¿Vamos a decir nuestros nombres y decir cómo morimos? - Intervino el muchacho extrañamente alegre - Yo sigo. Soy juan, tengo quince - dijo su edad giñandole un ojo a Carolina - Y creo que morí al caer de las escaleras - Eso lo dijo con un tono más serio - Bueno, eso es lo último que me acuerdo.
-Yo soy Lydia y el es mi esposo Jorge. Y como ya dije antes sufrimos un accidente en nuestro carro.
-Mucho gusto - Agregó el señor.
Todos los que ya se habían presentado se quedaron mirándolo.
¿Presentarnos? Ni que estuviéramos en la escuela.
-Mi nombre es Manuel - No le quedó de otra más que presentarse. - Y si es verdad que estamos muertos… bueno yo… a mi me asesinaron. - Admitirlo fue más doloroso de lo que se hubiera imaginado.
Solo quedaba una persona más por presentarse. Una mujer de pelo castaño que permanecía apartada a ellos. Miraba por la ventana hacia la catedral. La señora le insistió en que se presentará. Entonces ella volteo su rostro hacia ellos y Manuel la vió y pensó que era hermosa.
-Mi nombre es Alma. - Y nuevamente dirigió su mirada hacia la ventana.
-¿Eso es todo? - Se quejó Juan.
Manuel se dirigió hacia una de las puertas e intentó abrirla. No pudo. Luego intento abrir la otra y tampoco.
-Es inútil - le dijo Juan mientras golpeaba su hombro. - Tambien intente abrir las ventanas y no paso nada.
Entonces la música llenó el cuarto. Una canción típica mexicana que siempre suena en septiembre, pero no lograba recordar su nombre.
-La música sale de la bola - indicó Carolina.
Fue en ese momento que Alma se apartó de la ventana y dirigió su atención a la esfera negra.
Unas letras comenzaron a aparecer sobre la esfera, formando palabras:
“Sus Vidas Han Terminado. Su Futuro Depende Enteramente De Mi. Así Funciona”
¿Qué rayos significa eso?
“Tienen Que Ir A Matar A Este Tipo: Hombre Perro”
Y una foto y descripción del tipo aparecieron. Parecía una persona con cabeza de perro.
Los costados de la esfera se abrieron dejando ver un puñado de armas y otras cosas.
De pronto Carolina dio un fuerte grito que tomó a todos por sorpresa. Ella apuntaba al interior de la esfera. Dentro estaba en sujeto, desnudo, amarrado con tubos a la esfera.
¿Pero qué demonios?
-Bien. Pongan atención - Indico Alma con tono autoritario mientras sacaba lo que parecía ser un portafolio de los costados que se abrieron en la esfera. - Cada una de estas tiene su nombre póngase el traje que trae dentro. - El portafolio que ella sacó decía Manuel. Al ver el nombre se lo entregó golpeándole el pecho. - Después tomen una de las armas. - Todos la miraban con incredulidad - Rápido.
Alma vestía con ropa deportiva que comenzó a quitarse. Primero la sudadera y luego los pantalones deportivos, debajo llevaba puesto un traje negro adornado con extraños botones repartidos por todo el cuerpo.
Manuel abrió el maletín y se dio cuenta que dentro estaba un traje similar al de ella.
-La puerta de la derecha es un cuarto. Las mujeres pueden cambiarse ahí.
-Pero ¿Por qué hacemos esto? - Le preguntó la señora. Ya había sacado el maletín con su nombre.
-Señora no se esa respuesta - Alma tenía una voz seria y de alguna manera denotaba dolor - Solo le puedo decir que no es la primera vez que llegó a esta habitación y que tenemos que seguir las instrucciones de esa bola y acabar con la misión o de lo contrario de verdad estaremos muertos.
¿De verdad? Hay una posibilidad de seguir con mi vida.
No lo tenía claro. Pero decidió creerle. y empezó a desnudarse para ponerse ese traje. Los otros lo imitaron. Las mujeres entraron al cuarto cuya puerta ya podía abrirse.
El traje le quedaba un poco justo. Pero no era tan incómodo como hubiese pensado. Y no dejaba de ver a Alma que se sujetaba el largo cabello castaño en una cola de caballo. El traje se ajustaba a su cuerpo dejando ver una figura fabulosa. Sus piernas marcadas que comenzaban en su trasero perfecto, redondo y firme. Señal de que hace mucho ejercicio. Su cintura delgada. Y sus pechos, no muy grandes pero no tan pequeños. Para él ella era hermosa.
-Deja de mirarme - Señaló ella. Manuel apartó la mirada disculpándose.
Las otras dos mujeres salieron de la habitación. La señora diciendo sentirse ridícula con ese disfraz. Y la verdad es que era bastante delgada y hasta cierto punto el traje no le sentaba bien. En cambio Carolina, el traje relucía en ella tanto como en Alma, con la ligera diferencia de que su pecho era más grande.
Juan soltó un silbido que la incomodó aún más. Se veía que buscaba donde esconderse.
-¿Que sigue? - Preguntó Juan que ya jugaba con unas de las armas. Simulando que le disparaba a Manuel. De pronto comenzaron a salir unos rayos de la parte superior de la esfera dándole a Juan quien fue desapareciendo poco a poco, como si lo fueran rebanando.
-Comenzar la misión - Le contestó Alma. Y también ella fue desapareciendo por causa de los rayos de la esfera. Todos siguieron el mismo proceso.
Manuel observó cómo sus piernas eran rebanadas por el rayo, también sus manos y poco a poco todo su cuerpo. En la esfera alcanzo a ver un reloj que comenzó a avanzar en cuenta regresiva, tres horas a partir de ese momento. De pronto sus ojos dejaron de ver la habitación y comenzó a ver frente a él el kiosco de una plaza.
-¡Eso fue increíble! - Gritó con gran alegría y mucha energía Juan. - Estamos en Santa Maria ¿No? Por aquí cerca vive mi abuela.
El lugar estaba extrañamente vacío. ¿Tan noche era que ya no había nadie en las calles?
Alma miraba una pantalla pequeña amarrada a su muñeca izquierda. Manuel se acercó a ella con la esperanza de que le contara más acerca de lo que estaba pasando.
-¿Qué es eso? - Le pregunto.
-Un radar. Nos indica el área de la misión y da señales de en qué dirección se encuentra el objetivo. Es por allá. - Y apuntó en dirección de una escuela que se encontraba a un lado de la plaza.
Empezó a caminar. Y todos la siguieron. Pasaron por un lado de la cerca que limitaba el terreno de la escuela hasta llegar a la parte posterior.
-Tomen sus armas - Dijo mientras volteaba a verlos - Tienen dos gatillos, el de arriba para apuntar, su objetivo aparecerá en la pantalla de sus armas. Y opriman el gatillo de abajo para disparar.
Diciendo eso comenzó a avanzar. La calle se extendía sobre la parte trasera de la escuela. A mitad de esta, de un lado, de un arco de ladrillos colgaba una pequeña lámpara que apenas iluminaba, era la única luz en toda la obscura calle. Ese arco era la apertura a una calle que descendía hasta la entrada del panteón. A un lado de este estaba una escalinata que ascendía por un pequeño cerro en cuya cima estaba un depósito de agua que también servía como mirador.
Un ruido llamó la atención de todos. La señora ahogó su grito de terror en el hombro de su esposo.
-Está por allí - Indico Alma. Pero no supo si hacia arriba o hacia abajo.
Propuso que subieran y ella aceptó. Alma avanzó seguida por Manuel y junto a él estaba Carolina.
-Nosotros los esperamos aquí - Dijo el señor. La señora se moría de miedo, se notaba. Alma le dijo a Juan que se quedara con ellos. A regañadientes aceptó, no tenía otra opción.
Subieron por la escalinata, apuntando sus armas a cada pequeño ruido que podían escuchar, hasta llegar a la cima. No había nada. Manuel y Carolina se relajaron un poco, pero Alma seguía viendo el radar.
-¿Cuántas veces has hecho esto? - Le preguntó Carolina a Alma.
-No te distraigas - La regaño - Esta es la cuarta vez que esa cosa me llama. Apenas he logrado sobrevivir. Gracias a mi equipo, ellos me enseñaron y me ayudaron. Pero en la pasada misión todos murieron. Uno de ellos murió salvándome. Este, llamémosle juego; este juego tiene ciertas reglas y si cumples las misiones la esfera te otorga puntos y con cierta cantidad de puntos una recompensa. Ellos eran muy buenos, y murieron por mi culpa.
Dejo de hablar cuando su voz se empezó a cortar.
Sintió la necesidad de abrazarla y consolarla, pero no se atrevió. Fue Carolina la que la abrazó y le pidió disculpas.
El tierno momento se vio opacado por el fuerte grito de la señora. Los tres comenzaron a correr escaleras abajo hasta llegar al arco. Una enorme figura con cabeza de perro clavaba su hocico en la garganta de la señora. Mientras Juan y el señor veían la escena con los ojos desorbitados.
Entonces otro grito de terror, esta vez de Carolina, los hizo despertar.
-¡Dispárenle! - Les ordenó Alma, pero solo ella apuntó su arma contra la criatura. Solo un destellos de luz salió de la punta de la pistola.
¿Disparo? Las armas no funcionan.
La criatura Hombre-Perro volteo su cabeza hacia donde se encontraban ellos. Y entonces el cuerpo de la señora explotó desde el abdomen partiéndola a la mitad. Manchando la ropa del hombre-Perro y el suelo de una gran cantidad de sangre.
¿Eso fue el disparo?
Alma no reaccionó por un segundo, quizá no esperaba ver a la señora explotar. El Hombre-Perro también parecía sorprendido. Manuel levantó su arma y oprimió los gatillos. Un destello de luz salió de la punta, y un segundo después la oreja izquierda de la criatura explotó. El animal, o lo que fuera esa cosa, rugió de rabia. Arrojo lo que le quedaba del cuerpo de la señora contra Juan y se abalanzó contra él. Manuel apenas pudo esquivarlo al igual que Alma que logró espabilar a tiempo.
Eso estuvo cerca…
Sus ojos se llenaron de terror al mirar, por detrás de Alma, como esa criatura arrancaba un pedazo de piel del cuello de Carolina, callando el grito que seguramente habrá deseado expulsar.
Se puso de pie tan rápido como pudo y se abalanzó contra el Hombre-Perro, furioso, gritando que la dejara, que se quitara de encima de ella. Chocó contra el cuerpo de la cosa esa, pero no logró moverla nada. La criatura agito el brazo golpeándolo y arrojándolo lejos de ella, chocando contra la pared trasera de la primaria. Gritó con fuerza, un grito lleno de dolor y cargado de impotencia.
El señor, que estaba tirado sobre sus rodillas, comenzó a llorar. Miraba lo que quedaba del destrozado cuerpo de su esposa.
-Esto no está pasando… - Repetía una y otra vez. Hasta que de pronto se quedó callado, se levantó, y comenzó a alejarse del lugar. Empezó a decir algo, pero en voz tan baja que Manuel no alcanzo a escuchar lo que decía. Solo se alejó de ese lugar.
Alma bajó corriendo las escaleras. Detrás se oía el aullido del Hombre-Perro.
-Ponte de pie...- Le ordenó a Manuel cuando estuvo cerca - … y disparale a esa cosa. Tú también mocoso.
Manuel se puso de pie inmediatamente y se acercó a Alma al igual que Juan. Los tres con sus pistolas apuntando al frente, a la espera de que esa cosa apareciera.
Se escuchó otro aullido, pero les pareció que salía de todos lados.
¿Ya no está en las escaleras?
Al escuchar un ruido Juan disparó su arma provocando que un pedazo del arco se rompiera explotando. Al otro lado de la calle la alarma de un auto comenzó a sonar, encendiendo y apagando sus luces.
-Tenemos que salir de aquí - Dijo Juan asustado. Dando pequeños pasos al otro lado de donde el carro sonaba. Dio la media vuelta y comenzó a correr. Aunque no logró avanzar más de tres pasos lejos de ellos pues el Hombre-Perro apareció frente a él. Y con ambas manos aplastó su cabeza destrozando por completo su cráneo.
Esta vez Manuel no dudó y disparó. Un pedazo del hombro del animal explotó dejándole una gran herida. Alma disparó enseguida de él pero esa cosa logró esquivarlo. Ambos continuaron disparando pero no lograban acertarle, esa criatura era demasiado hábil. Manuel sintió gran furia que recorrió todo su cuerpo. Su traje comenzó a hincharse y una sensación de poder o algo asi lo invadió. Se abalanzó contra la criatura tan rápido y tan fuerte como pudo, logrando teclearlo y empujarlo hasta la pared de la primaria, ambos la atravesaron esparciendo pedazos de ladrillos de la barda por el suelo. Sobre de esa cosa, comenzó a golpearle el rostro de perro una y otra vez, tantas veces como pudo hasta que el Hombre-Perro se lo quitó de encima arrojándolo contra una de las ventanas del salón más cercano.
Se retorció de dolor al sentir un enorme pedazo de vidrio atravesado en su hombro. Alma entró brincando por la ventana que él había atravesado previamente.
-¿Estas bien? - Le pregunto ella mientras le ayudaba a levantarse.
-Me encantaría decir que he estado mejo…. ahhh! - Ella arrancó de un tirón el pedazo de vidrio.
-Estarás bien.
-¿Tú crees?
-Sí. Si sobrevives hasta que se termine el tiempo o ganemos la misión, cuando regresemos a la habitación tus heridas desaparecen. Incluso si perdieras un brazo o una pierna, todo tu cuerpo se recupera.
-Interesante. ¿Dónde está esa criatura?
-Logre hacerle explotar el brazo que ya le habías lastimado y escapó. Ven, levántate, vamos a donde hay más luz antes de que decida atacarnos otra vez.
Con ayuda de Alma se puso en pie. Estaba buscando su arma cuando los cristales estallaron y el Hombre-Perro entró golpeando a Alma y arrojándola contra el otro extremo del salón. Manuel no alcanzó a levantar su pistola cuando el animal lo golpeo con el puño del brazo que le quedaba en el abdomen. Lo levantó sujetándolo del cuello golpeándolo en repetidas ocasiones contra la pared en la que se encontraba el pizarrón. Manuel parecía un simple muñeco de trapo indefenso en la mano de un niño berrinchudo. El Hombre-Perro lo dejó caer al suelo quedando sentado con la espalda recargada en la pared, y con un pisotón le destrozó la rodilla. Manuel grito, recordando el momento en el que los pandilleros lo mataban, y sintiendo el miedo de morir nuevamente.
El hombre-Perro ya se agachaba sobre el para morderlo cuando Alma se lo quitó de encima. Su traje estaba hinchado y con las cápsulas con un brillante color azul. Peleaba contra la criatura cuerpo a cuerpo. Hasta que la criatura cayó al suelo, inmóvil. Ella había ganado.
Alma se acercó a él. Dejándose caer de rodillas frente a él.
-Aguanta un poco más. - Dijo, tratando de mostrarle una sonrisa - Regresaremos y estarás bien.
Su leve sonrisa se borró de golpe. Manuel, sorprendido y asustado, vio como un pedazo de tubo atravesaba el pecho de Alma y detrás de ella estaba el maltrecho Hombre-Perro.
No puede ser…. ¡No puede ser!
La bestia arrancó el tubo del cuerpo de Alma y esta cayó al lado de Manuel. Este tomó el arma de la mano de Alma y le disparó a la bestia justo cuando ya se preparaba para atacar con el mismo tubo.
El tiempo pareció congelarse para él. Un instante duró una eternidad. Y entonces, el cuerpo del Hombre-Perro exploto.
Manuel se volteo hacía Alma.
-Cien puntos… - Apenas era audible lo que ella decía.
-No hables. Tú lo dijiste. Estaremos bien. Solo resiste un poco más…
-Sobre...vive… Escapa…
De pronto dejo de verla y escucharla, ante sus ojos apareció nuevamente la habitación...
Se quedó tirado en el suelo de la habitación frente a la esfera negra. Esperando a que también apareciera Alma. Pero los minutos continuaron avanzando y ella no aparecía. Volteo de un lado al otro de la habitación buscando algo que sabía no encontraría, buscando a otro de los que unas horas antes habían compartido el mismo espacio.
Se levantó y dirigiéndose a la esfera. El reloj en ella se había detenido arrestado trece minutos y nueve segundos.
-¡Devuelvela! - Le grito mientras la golpeaba con furia. Con los ojos llenos de lágrimas - ¡Regresala con vida!
La imagen en la esfera cambio y fue mostrando las fotos de los que estaban con él. La señora Lydia, Carolina, el señor Jorge, Juan y Alma. Sus fotos aparecían abarcando la mayor parte de la pantalla para después encogerse y unirse a una larga fila de pequeñas fotos.
-¿Todos ellos han muerto aquí?
Salió una imagen de él y de un lado palabras:
Manuel
10 puntos
Puntaje Total: 10 puntos
Un poco más de esfuerzo no te vendría mal.
La esfera se torno negra nuevamente.
Manuel permaneció ahí, tirado de rodillas, con la mirada perdida en la esfera. Deseando despertar pronto de esa pesadilla.